Lectores en Misa
Principios generales
Leer y explicar la palabra de Dios
Cuando se lee la Sagrada Escritura en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio. Por tanto, las lecturas de la Palabra de Dios deben ser escuchadas con reverencia por todos, porque son un elemento de la mayor importancia en la liturgia. Aunque en las lecturas de la Sagrada Escritura la Palabra de Dios se dirige a todas las personas de cualquier época y es comprensible para ellas, sin embargo, una comprensión más plena y una mayor eficacia de la palabra se fomenta mediante un comentario vivo de la palabra, es decir, por la homilía, como parte de la acción litúrgica. (Instrucción General del Misal Romano [IGMR], no. 29)
Expresión vocal de los diferentes textos
En los textos que deban ser pronunciados en voz alta y clara, ya sea por el sacerdote o el diácono, o por un lector, o por todos, la voz debe corresponder al género del texto mismo, es decir, según se trate de es una lectura, una oración, un comentario explicativo, una aclamación o un texto cantado; también debe adecuarse a la forma de celebración y a la solemnidad del encuentro. También deben tenerse en cuenta las características de los diferentes idiomas y de la cultura de diferentes pueblos. (GIRM, no. 38)
Silencio
La liturgia de la Palabra debe celebrarse de modo que favorezca la meditación, por lo que es evidente que se debe evitar cualquier tipo de prisa que obstaculice el recogimiento. En el transcurso del mismo, conviene también breves periodos de silencio, acomodados a la congregación reunida; por medio de ellos, bajo la acción del Espíritu Santo, la Palabra de Dios puede ser captada por el corazón y se puede preparar una respuesta a través de la oración. Puede ser conveniente guardar esos períodos de silencio, por ejemplo, antes de que comience la liturgia de la Palabra misma, después de la primera y segunda lectura y, por último, al final de la homilía. (GIRM, no. 56)
Lecturas de las Escrituras
En las lecturas, la mesa de la Palabra de Dios se extiende ante los fieles y se les abren los tesoros de la Biblia. Por tanto, es preferible que se mantenga la ordenación de las lecturas bíblicas, pues por ellas se pone de manifiesto la unidad de ambos Testamentos y de la historia de la salvación. Tampoco es lícito sustituir las lecturas y el Salmo Responsorial, que contienen la Palabra de Dios, por otros textos no bíblicos.
En la celebración de la Misa con el pueblo, las lecturas siempre se leen desde el ambón.
La función de proclamar las lecturas no es por tradición presidencial sino ministerial. Por tanto, las lecturas deben ser leídas por un lector, pero el Evangelio por el diácono o, en su ausencia, por otro sacerdote. Sin embargo, si un diácono u otro sacerdote no está presente, el mismo sacerdote celebrante debe leer el Evangelio y, además, si no hay otro lector adecuado, el sacerdote celebrante también debe proclamar las otras lecturas.
Después de cada lectura, quien la lee pronuncia la aclamación, y mediante la respuesta el pueblo reunido honra la Palabra de Dios que ha recibido con fe y con gratitud. (IGMR, núms. 57-59)
El lector está instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, con excepción del Evangelio. También puede anunciar las intenciones de la Oración Universal y, en ausencia de un salmista, recitar el Salmo entre lecturas.
En la celebración de la Eucaristía, el lector tiene su función propia (cf. n. 194-198), que él mismo debe realizar. (GIRM, no. 99)
En ausencia de un lector instituido, pueden delegarse otros laicos para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, personas verdaderamente aptas para el desempeño de esta función y cuidadosamente preparadas, para que al escuchar las lecturas de los textos sagrados, los fieles puedan y conciban en su corazón un afecto dulce y vivo por la Sagrada Escritura. (GIRM, no. 101)
La liturgia de la Palabra
Después de la colecta, todos se sientan. El sacerdote puede, muy brevemente, introducir a los fieles en la Liturgia de la Palabra. Luego el lector se dirige al ambón y, desde el Leccionario ya colocado allí antes de la Misa, proclama la Primera Lectura, que todos escuchan. Al final, el lector pronuncia la aclamación La palabra del Señor, y todos responden: Gracias a Dios.
Luego se podrán guardar unos momentos de silencio, si procede, para que todos mediten sobre lo que han escuchado.
Luego, el salmista o el lector proclama los versículos del Salmo y la gente da la respuesta como de costumbre.
Si ha de haber una segunda lectura antes del Evangelio, el lector la proclama desde el ambón. Todos escuchan y al final responden a la aclamación, como se señaló anteriormente (n. ° 128). Luego, si procede, se pueden guardar unos momentos de silencio. (IGMR, núms. 128-130)
Funciones del lector:
Los ritos introductorios
En la procesión hacia el altar, en ausencia de un diácono, el lector, con vestimenta aprobada [ver IGMR, no. 339], puede llevar el Libro de los Evangelios, ligeramente elevado. En ese caso, el lector camina frente al sacerdote pero, por lo demás, camina junto con los otros ministros.
Al llegar al altar, el lector hace una profunda reverencia con los demás [ver también GIRM, no. 274]. Si lleva el Libro de los Evangelios, se acerca al altar y coloca el Libro de los Evangelios sobre él. Luego, el lector ocupa su propio lugar en el santuario con los demás ministros. (IGMR, núms. 194-195)
La liturgia de la Palabra
El lector lee desde el ambón las lecturas que preceden al Evangelio. En ausencia de un salmista, el lector también puede proclamar el salmo responsorial después de la primera lectura.
En ausencia de un diácono, el lector, después de la introducción por parte del sacerdote, puede anunciar las intenciones de la Oración Universal desde el ambón.
Si no se canta en la Entrada ni en la Comunión y los fieles no recitan las antífonas del Misal, el lector puede leerlas en el momento oportuno (cf. nn. 48, 87). (IGMR, núms. 196-198)
Los Ritos Finales
Al concluir la Misa, el lector no procesa con el Libro de los Evangelios. El Leccionario nunca se lleva en procesión. El lector puede unirse a la procesión al final de la Misa en el mismo orden que en la procesión hacia el altar.
Si desea obtener más información sobre los lectores en las misas en inglés en la parroquia Our Lady Queen of Peace, envíe un correo electrónico a Al Gaeth (enlace a algae53215@gmail.com)